El
secreto para el entreno del fondo es la continuidad. El
trabajo diario. El ir sumando cada día un poquito. En una planificación larga y
donde la rutina es la
constante. Donde intentamos ajustar todas nuestras
circunstancias vitales para poder realizar ese plan.
Muchas
veces esto lleva a poner los entrenamientos por delante de otros menesteres y nos
hace renunciar a hacer otras cosas en nuestro tiempo libre. Incluso fomenta el
individualismo y nos vuelve seres menos sociales, pecando hasta de egocentrismo
en muchas ocasiones. Las carreras son lo más importante y en ellas buscamos
reafirmar ese duro y silencioso trabajo. Buscando una marca o un resultado. Al
final somos una marca o un número. Es un mundo que absorbe y al final esa
rutina nos vuelve autómatas. Van pasando los momentos, los días, los años,…y
todo sigue ese plan matemático. Nuestros pensamientos y preocupaciones son casi
en su totalidad atléticos.
Por
suerte la vida es caprichosa en lo bueno y en lo malo. Nos enseña a GANAR y a
PERDER. Nos muestra que hay circunstancias, momentos y personas que se escapan de
la lógica y de los fríos números. En esos momentos el mundo se detiene, nos
cambia nuestras prioridades y sólo tenemos en nuestro pensamiento un objetivo,
una preocupación o un pensamiento común o individual. Esos momentos son los más
duros o los más agradables, en resumidas cuentas son los que nos muestran que
vivimos. Los que nos unen y nos muestran que hay gente a nuestro alrededor que
vale muchísimo y que sin ellos no sería el mundo igual. Son los que sacan lo
mejor de nosotros y nos hacen replantearnos nuestro camino para mejorar. Los
que nos enseñan y nos hacen avanzar.
Sólo se que
somos afortunados por poder ir a entrenar porque significa que no tenemos unas
circunstancias vitales que nos lo impiden. Tenemos un cuerpo y una mente que
tiene energía y capacidad sobrante para realizar nuestro entrenamiento. Hoy es así…mañana
tendremos que vivirlo. Pero estando preparados para adaptarnos a lo que venga.