Nuestra actividad laboral repercute directamente en el estado de nuestro cuerpo, tanto por el desgaste que sufrimos al realizar la actividad como por la postura en la que pasamos la mayor parte del tiempo durante las horas de trabajo, por no hablar de los múltiples perjuicios que acarrea un entorno estresante u hostil. Si bien una actividad deportiva puede ser una buena manera de paliar las consecuencias inmediatas de nuestro día a día laboral, cuando tratamos de optimizar nuestros resultados en un momento dado para una competición, por ejemplo, podemos encontrarnos con que pasar ocho o más horas realizando la misma actividad puede hacernos cuesta arriba lograr nuestros objetivos.
Un buen ejemplo de esto es el de aquellos corredores que por su trabajo tienen que pasar muchas horas sentado. Es común, en este caso, que durante los entrenamientos puedan aparecer molestias o incluso pinchazos en la zona lumbar. Al pasar muchas horas sentados nuestra columna pierde paulatinamente la capacidad de mantenerse erguida; las vertebras más bajas -las situadas en la zona lumbar- reciben una enorme presión que comprime los discos intervertebrales y generan lo que se conoce como dolor lumbar por derrubamiento, aunque este padecimiento es más común en personas sedentarias que en deportistas, que por norma general tienen la zona lumbar más reforzada, el aumento de volumen de carga repentino o determinados ritmos en momentos de fatiga pueden producirnos la aparición de esta molestia de un día para otro.
Para prevenir esta molesta dolencia debemos atacar por los dos frentes. Debemos por un lado, reforzar, a través de actividades como la natación o como pilates, la zona. Además de ser meticulosos en el aumento de las cargas y no forzar nuestro cuerpo en circunstancias en las que estemos propensos a lesionarnos: recuperándonos de una lesión, tras un gran esfuerzo como una carrera larga o un día muy estresante o en que no hayamos dormido lo suficiente. También para evitarnos este tipo de disgusto debemos calentar concienzudamente antes de empezar nuestros entrenamientos además de estirar adecuadamente, en función del trabajo realizado.
El otro frente, quizá al que menos valor damos los deportistas, es la atención que prestamos en nuestro trabajo a factores como una buena higiene postural, una buena silla o dedicar un tiempo de forma periódica a estiramientos de las lumbares y la espalda y a levantarnos de la silla cada cierto tiempo para evitar sobrecargas que nos generen posibles contracturas.
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